El origen de las religiones.




No hago más que darle vueltas a lo mismo, pero no de ahora, sino desde que tengo “uso de razón”, ¿por qué una de las especies del género animal  se autodenomina animal-racional?  ¿Cuánto (tiempo y “materia gris”) dedica a la racionalidad? Los instintos animales  preponderan sobre su condición más que cualquier otro aspecto de la misma. El raciocinio llega en segundo lugar para remediar los estragos producidos por la animalidad, comemos como cerdos, follamos como conejos, atacamos a nuestros congéneres como tigres, luego aparecen las malas conciencias, que tienen que ver con la reflexión interior de una pequeña parte racional, surgen las dietas, el miedo a las enfermedades venéreas, hablamos del amor al prójimo, etc.
Entonces ¿cuánto tenemos de animal (irracional) y cuanto de animal (racional)? Según Ockham y su navaja (creo que no tiene nada que ver con la violencia en este caso), “en igualdad de condiciones, la explicación más sencilla suele ser la correcta”, es decir, la lógica te lleva a lo simple, después de los simple puedes seguir complicándote la vida, pero la razón te dice que no le busques cinco pies al gato, si corre muy rápido, o tres si va muy despacio.
Parece ser que es mucho más fácil creer en lo absurdo que en la lógica simple, o tal vez sea más cómodo dejar a otros que piensen por uno aunque resulte ininteligible lo que te cuenta.
El absurdo, lo irracional, reina en el mundo, es posible que sea la desidia de la gente para hacerse cargo de problemas no relacionados con el quehacer cotidiano. Estamos demasiado ocupados buscándonos la subsistencia, pensar en cómo conseguir alimentos, en cómo desahogarnos o liberarnos de nuestras tensiones corporales, en recelar de los demás,  como para utilizar el 10 por ciento que nos queda en nuestra mente para ocuparnos de otros asuntos a los que damos mucha menos importancia, aunque a largo, o muy largo plazo tenga una mayor consecuencia o influencia negativa o positiva en nuestras vidas.
Es un pequeño porcentaje el que se dedica a esta tarea de estudiar, indagar o investigar lo que aparentemente  carece de importancia para la supervivencia de la raza humana,  de dónde venimos, quiénes somos o a dónde vamos. Esto lo dejamos para los sabios, sin preocuparnos tampoco de si esos sabios son lo que dicen ser o simplemente uno de esos tigres que pretenden manejar nuestras vidas en su propio beneficio. Y como hablamos de explicaciones simples, es evidente que la mayoría de los que nos quieren “guiar” no son los más sabios, lo que nos hace cada vez más vulnerables a los “depredadores morales”.
La sociedad humana está basada en absurdos, falacias, paradojas e irracionalidades varias por lo que cada vez prestamos menos atención a lo que llamamos parte racional, la que nos puede alejar de la animalidad, porque el idear instrumentos para facilitar el manejo en nuestra vida diaria forma parte del desarrollo animal. Se inventan cosas para producir más y más rápido, para tener sexo más seguro y placentero, se fabrican armas para controlar a los enemigos, curiosamente más débiles,… en fin, cualquiera que nos facilite el “futuro-presente” o el “presente-futuro”, pero nunca para aprender de los males del pasado para que el futuro de la humanidad sea, no digo más feliz, sino menos estresante.


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